Columna Reflexiones del Temple
Las intermitencias de un cuento
Acabo de enterarme, aunque la
noticia no es reciente, que el famoso premio
Nobel, José Saramago, fue acusado de supuesto plagio debido a las
coincidencias que hay entre su novela
Las intermitencias de la muerte y el
cuento ¡Últimas noticias! de Teófilo
Huerta. Investigué el rumor y descubrí un sitio donde se dan los pormenores del caso
(www.saramagoplagiario.blogspot.com).
Los derechos
de autor son una conquista de los últimos siglos. La Ilíada, por ejemplo, fue una
historia contada por muchos aedas (poetas que cantaban historias ante un auditorio). Uno
de ellos, al que ahora damos el nombre de Homero (entonces Homero no era un nombre sino una forma de
llamar a estos poetas) fue el responsable de que la larga tradición oral finalmente
se pusiera por escrito. Paralelas a las narraciones de las cuales se conoce el
autor, hubo muchas más contadas en el anonimato, trasmitidas durante largo
tiempo por la voz de cantores anónimos.
¿Será que en un primer momento la cuestión de
la autoría no era tan relevante como el
contenido del relato y la forma de narrarlo? Los pueblos y naciones hacían
suyas las fábulas de sus vecinos sin sentir
que adueñarse del saber popular era un hurto. Así mismo, la historia de
la Literatura está llena de relatos que se actualizan y recrean para
volverlos más accesibles a la cultura y el tiempo que los recibe. Sin embargo,
al pasar de los años, ha ido in crescendo
el ego y ahora resulta más importante el autor que la obra. Las editoriales comerciales
prefieren publicar autores famosos sin importar si sus historias son buenas o
no, o si son plagios… (¿se hubieran vendido la misma cantidad de ejemplares de ¡Ultimas
Noticias! de Teófilo Huerta que de Las
intermitencias de la muerte de José Saramago?). Generalmente esperamos que
un escritor importante sea capaz de inventar una historia original cada vez que
se decide a escribir, pero debe ser difícil lidiar con la fama y las exigencias
editoriales.
Por otra parte,
el tema que tratan Huerta y Saramago existía ya en las narraciones populares
(por no hablar de que hasta Los Simpson, Twilight Zone y una escritora chilena
lo han tratado). Durante la Edad Media se contaba el cuento de un soldado que había atrapado a la muerte ocasionando
tremenda confusión pues nadie moría. Y
aún más lejana está una versión del mito griego de Sísifo quien apresó al rey del inframundo, una
situación imposible, porque nadie podía morir mientras Hades estuviera
prisionero, ni siquiera los hombres que habían sido descuartizados o
decapitados. En la actualidad el autor tiene una pesada tarea si se espera de
él que desarrolle un tema que no haya sido tratado antes de una u otra forma.
Lo que sí debemos esperar es un aporte en la forma de narrar, una
actualización, una recreación, una nueva propuesta estilística, en fin que
innove.
Si Saramago se
inspiró consciente o inconscientemente en el cuento de Teófilo (lo cual sería
bastante probable si todas las pruebas
resultan concluyentes) ¿por qué
no aceptarlo?, al fin y al cabo del cuento de Huerta (7 cuartillas) a la novela
de Saramago (274 páginas) hay grandes distancias en cuanto a estilo, extensión
y tratamiento del tema . Creo que es
justo, y de caballeros, reconocer cuando la idea de alguien nos inspiró. Ahora
que no estaría de más investigar a fondo porque también puede darse el caso de
que todo este embrollo sea en sí mismo una ficción hecha con la ficción.
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