sábado, 3 de junio de 2017


Conferencia impartida el 25 de abril en  en el Centro Universitario CUCSH, en la Universidad de Guadalajara, durante el marco del primer Encuentro Regional entre Escritores y Editoriales 



En el video la conferencia en vivo.


Aquí la conferencia completa:

El mundo de lo sublime quiere nuestra visión, no nuestra ciencia.

Victor Hugo

Pedro me invitó para hablarles de mi trayectoria, pero más que esa trayectoria que se cuenta por número de libros publicados, me importa hablarles de la que se refleja por el número de lectores y amigos que los libros nos regalan. Por el número de maestros que nos han alentado, como la maestra Lavinia, a mi lado, que presentó en La casa de los perros mi primer libro.

Puedo darles consejos para que las editoriales los atiendan, y me sé bien el entramado de ese mundo, pero esos consejos no son los que los llevarán hasta el reino a donde quisieron llegar los inmortales de los que habla El lobo estepario; inmortales, porque además de que siguen vivos, hablan de un reino que no se deja vencer por ningún arma, y nacen cada vez que sienten un nuevo aliento sobre sus páginas. Ese aliento que, si la página fuera de cristal, empañaría…


Gracias, Pedro, por la invitación, desde que te conocí intuí, (intuir es un saber más hondo), que habías quedado irremediablemente cautivado por este mundo. Gracias maestra Lavinia, por aquel gesto de confianza hace varios años, en el 2005 al presentar mi libro, y por seguir viva en el cariño a los alumnos, y por seguir siendo inspiración. Gracias a los organizadores que dejan horas de sueño o diversión por dar vida a estos espacios, y gracias a esta Alma Mater que alberga tantos sueños.


Comencemos con un enigma
Y el hombre que tenía la ciencia del libro dijo las palabras mágicas y trajo con ellas hasta Salomón, lo que Salomón quiso. "Antes de que la mirada vuelva a ti yo habré traído hasta aquí lo que desee tu corazón".
¿De qué trata este hechizo? ¿De qué habla?
El libro, la literatura, ambos son los destinatarios de este hechizo. Cuando la mirada está "ahí", es posible lo imposible, en ese "ahí" sólo estamos limitados por el alcance de nuestra imaginación, por la suma de imposibles que ésta puede contener y… cuando salimos de "ahí", volvemos al mundo real, aunque a nuestro lado descanse una rosa que no sea de este mundo…
¿A dónde ha ido nuestra mirada interior cuando estuvimos ahí? La pregunta es fundamental, porque de esto se trata ese "ver", que no es el ver de los ojos que leen, sino de los ojos que siguen la figura trazada más allá… es la mirada INTERIOR; ¿a dónde vamos? y no me refiero a los sitios mencionados… me refiero a esa dimensión psíquica. ¿A dónde vamos?, ¿en dónde estamos cuando estamos ahí?, ¿dónde o qué es ese ahí? Ese ahí es una arquitectura psíquica, formada por estructuras míticas, apoyo para la neurogénesis, es decir la generación o regeneración de estructuras de apoyo a la lectura holística, (recordar que lectura no implica sólo el seguimiento de palabras en un texto, se lee de muchos modos).
Aclaremos,
                  aunque aquí vean un despliegue de libros, la literatura NO ES UN LIBRO, el libro es el soporte de algo más, algo más vivo, pero inasible. El libro la manifiesta, nos lleva a ello, pero no es ello, la literatura es una dimensión imaginaria, a la cual llegamos mediante la lectura, pero no esa lectura escolar de repetición merolica, sino esa lectura holística de la palabra como huella de la vida. ¿Porque somos demasiado exteriores creemos que todo lo demás es sólo exterior? Curioso enigma que creemos responder armados con razones, cuando la razón es más un distractor de lo vital.
Mi recomendación para entender de qué va esto es,

                                ir a la tierra de los sueños, los caóticos sueños que asaltan nuestra almohada por las noches, y los aparentemente ordenados sueños que anida nuestra cabeza durante la vigilia, somos sueños, y nos alimentamos de sueños, y la vida es sueño… la salud de nuestros sueños determina la salud de nuestros signos vitales, si enferman mis sueños, enferma mi vida, si enferman los sueños del mundo…


            Pues bien, la literatura es un sueño universal conformado por los sueños de todos los soñadores, es personal y universal. Habrá que cuidar ese sueño, que no enferme, que sepamos apreciar el cielo de Dante, y no sólo su infierno… 

¿Y cómo hacerlo, cómo entrar ahí, con qué contraseña?,
                                                                                               esta dimensión de la que hablamos cuando de este tema hablamos es una dimensión a la que nos acercamos armados de palabras, porque las palabras nos aclaran un poco la bruma… pero cuidado… Que las palabras no se conviertan en dioses, que no devengan en ídolos, que no estorben el verdadero camino, están ahí para no revelar. Son sombra platónica, que insinúa una realidad mayor, la verdadera palabra se comprende sin palabras. Tal vez por eso entre los eruditos abundan los asesinos del sentido.
El punto aquí es…
                              Comprender lo incomprensible de una manera NO COMPRENSIBLE. Cualquier explicación racional habrá asesinado la sustancia que anida "ahí", cualquier intento de coherencia dejará de lado la coherencia última y verdadera, la del reino del que venimos y hacia el que vamos, un reino que tratamos de alcanzar, pero nunca alcanzamos.
Una advertencia,
                               sucede que así como enferman los sueños, enferman las palabras, no sé decirles cuál enferma primero, sé que están en un beso contagioso y constante, y si alguno lleva el virus primero, poco importa porque se besan sin culparse. Pero igual enferman, los sueños, las palabras… y eso porque padecemos no sólo contaminación ambiental, sino una más peligrosa, una que amenaza la patria interior, el sentido, la guarida… esa contaminación nos vulnera ahí donde deberíamos ser invulnerables. Igual que un derrame de petróleo vulnera a las criaturas marinas, así nos vulnera la palabra que enferma. Y vamos por ahí lanzando el virus, creyendo que hablar a la ligera, escribir a la ligera no afecta nada, y lo afecta todo, las palabras son semillas, SON, y no estoy utilizando una metáfora. ¡Somos naturaleza!, y como la naturaleza que por todos lados brota sus margaritas, así nosotros por donde andamos regamos las palabras, y caen sobre la tierra, y las riegan las lágrimas, y florecen, y dan frutos dulces, o amargos… pero creemos que las palabras son artículos, preposiciones, adjetivos, sustantivos… y no, así han sido clasificadas por nuestro ordenador mental, pero son más… son NATURALEZA, nacieron de la naturaleza, brotaron como flores, y fueron un día prístinas, contenedoras de mitos, una sola palabra bastaba para sanar la historia. Incluso las palabras eran visibles, realmente visibles…, la libertad andaba volando sobre los cielos, y TODOS PODÍAN LEERLA. Hoy sólo los eruditos pretenden comprender el lenguaje cuasi sacerdotal de la literatura. Y se alejan de lo que ella ES, y alejan a los demás de ese gran vergel psíquico.
Cuando la palabra sea también naturaleza integraremos lo que hondamente somos, aquello que estudiamos como fondo y forma será en efecto una moneda con dos caras unidas en el giro de la apuesta. Entonces dejaremos de estar escindidos, comprenderemos que, lo que sucede afuera, sucede adentro, y aún más, lo que escribimos sucede…
No sé si por eso o por alguna causa que late y no quiere más que ser latencia, he llamado a esta charla "lo que la vida le hace a la palabra, y la palabra a la vida", porque yo he constatado que escribir sobre el papel es escribir sobre la vida, no quiero decir acerca de la vida, quiero decir literalmente sobre la vida, y así vamos tachando posibilidades.  
Para ejemplificar esto me gustaría hablar de algunos de mis libros, cada uno de ellos lleva en su gestación una razón natural, tan natural como las estaciones, que nos llevan por la vida de la primavera al invierno… de un género literario a otro. Yo no he querido especializarme en ningún género, he querido fluir como las estaciones por el género literario que requiera mi semilla interior, y es que siento que los géneros literarios, aunque ahora sean una especie de ciencia, nacieron de la VIDA, y se escribe desde la vida, utilizamos el género que mejor la exprese en cada circunstancia, es una necesidad de dentro hacia afuera, es la urgencia de la manifestación que atraviesa el asfalto de esta realidad encorsetada.

El hombre es una puerta por donde pretende atravesar toda la realidad, es una puerta demasiado estrecha. Con la literatura la ensanchamos. Escribir es encantar, escribir es un método efectivo para apoderarnos de la palabra viviente.



Enuma Elish presentación en Chapala