jueves, 11 de octubre de 2012

El dinosaurio feliz


El dinosaurio feliz…
De Irene Selser



Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba ahí.
Augusto Monterroso



Una mañana, cuando despertó... 
¿Qué es lo que generalmente nos sucede al despertar?
Después de la noche,  después de la oscuridad, después de las estrellas  y la luna... ¿qué sucede? Generalmente nos encontramos con la realidad, regresamos de una tierra hechizada, dejamos atrás  los sueños...    Y bien, a nuestro personaje, al protagonista de este cuento,  le sucede al revés...
Al despertar, Tomy se encuentra con sus sueños, porque el sueño del niño de esta historia son los dinosaurios, y lo que Tomy se encuentra por la mañana es un dinosaurio. Así comienza acertadamente el cuento de Irene Selser, autora rica en nacionalidades: mexicana y argentina. Y así, luego de leer los primeros párrafos y seguir el guiño de los ecos literarios, lo primero que aplaudimos del libro de Irene, es que  no duda en relacionar su historia con la literatura que los niños lectores encontrarán un día en la patria de las letras. No duda en presentar a grandes figuras, como Monterroso y su “gran” cuento de similares personajes... No duda iniciar con homenajes, y eso de los homenajes es una forma de gratitud, una forma de estar acompañado al escribir, al publicar, al presentar los libros. Por eso, aplaudo que Irene no sólo utiliza metatextos, sino que hace desfilar los versos de García Lorca,  juega con los diálogos del principito, menciona a Juan Ramón Jiménez y su Platero, figuras que  en un temprano encuentro pueden detonar en los pequeños lectores su mágico hechizo...
¡Qué bueno que hay autores que no minimizan a los niños! que entregan información valiosa dentro de las pequeñas historias, espero que haya maestros y padres de familia y bibliotecarios que aprovechen los elementos para ir tras las pistas... pistas que sólo pueden ser percibidas por los que llevan vida literaria, o por quienes poseen el gusto por la cultura,   pistas que se desentrañan cuando se recorren los renglones de los Clásicos.
Y no sólo hay en los párrafos de El dinosaurio, felices encuentros con las letras, sino que también aparecen algunas figuras representativas, como Carlos Gardel,  que le da a uno de los personajes de Irene un sutil  toque de gracia.
Y bien, si el libro hoy sale de los moldes y se convierte en género siempre renovado, el libro de Irene tiene algunas de estas gracias: ¿a quién no le gustaría contar con un mapa seguro cuando de llegar a alguna cita se trata? Los mapas indican caminos, senderos, maneras de llegar, de avanzar... en este cuento encontramos las señales para llegar hasta los, dinosaurios, a veces el dinosaurio parece un perro y el cuento entonces puede ser el mapa para que tu perro se convierta en dinosaurio, para que puedas ver con otros ojos la realidad que te circunda, para que sueñes sobre la realidad, y tus amigos te acompañen en ese recorrido onírico.

Y así, en concierto alegre de charlas jóvenes (un conjunto de chiquillos aprovechan las ventajas de una reunión virtual por medio del FB), desfilan por las páginas del libro, no sólo información básica para el amante de los dinosaurios, sino constelaciones que recuerdan al lector mirar al cielo; ciudades que destapan sus secretos; usos horarios que no evitan el encuentro; y todo ello gracias al internet espació mágico que deja de ser juzgado como distracción para convertirse en foro, cita virtual donde los chicos se hacen amigos, y comparten esencias, y dialogan en la tranquilidad del hogar.
Me gustó que Irene no se uniera al coro de cacatúas que critican el nuevo formato donde se citan las generaciones jóvenes (y muchos adultos también), me gustó que lo retratara como posibilidad y no como impedimento para el encuentro, que usará ligas para salir del libro sin sentir culpa, bibliografía y glosarios para volver al libro como se vuelve a una tierra hechizada por las imágenes y las palabras en conjunto.
Me gustó que mostrara a un grupo de niños entusiasmados por una especie extinta, y que la trajera al presenté como quien  remonta el vuelo hacia los orígenes, como quien busca en el pasado las respuestas.
Me gustó que sus personajes se llamaran como grandes personajes o históricos o míticos, uniendo estas dos tendencias en un círculo fraterno. Charls Darwin y Eva, como amigos, hermanan la ciencia y el mito, suceso que los niños entienden desde sus muy puros conceptos del mundo.
Me gustó que aclarara que la realidad no puede meterse todita a los libros, que descubrirlo es motivo de gozo, y que asombra comparar estos dos mundos: "qué raro no se parecía a las estampas de los libros", dice Irene por medio de su personaje.
Me gustó el equilibrio de los deseos y las obligaciones, que no se limitara a criticar el mundo sino a mostrarlo tal cual es, con sus torpezas, producto de nuestra inmadurez e inexperiencia (nosotros los adultos, somos más niños que los niños en eso de tratar al mundo).
Me gustó que el dinosaurio fuese un reflejo del chico, que su vida tuviera que ver con la del chico. A pesar de las distancias estaban unidos por una historia común, ambos habían visto a sus padres partir... Ambos extrañaban al padre.
Me gustó mucho la lista de opciones que se nos presentan para que ese sueño que encontramos al despertar, se quede:
“Punto uno, si Lucas se queda con nosotros, cuando ella vuelva cansada del trabajo, él siempre va a salir corriendo a saludarla.
Dos: nadie se va a atrever a hacerme daño si ven a Lucas custodiando el jardín.
Tres: nunca más tendré que comer solo.
Cuatro: voy a dormir la siesta como hace Lucas para estudiar mejor.
Cinco: tomaré mucha agua igual que Lucas.
Seis: los domingos iremos los tres de paseo, seremos una familia feliz.
Siete: Si ella un día está triste le puedo prestar a mi Dino…”

En esa lista se nota la soledad del niño, la necesidad de compañía, lo que una mascota representa, y todas las posibilidades de que la familia se enriquezca cuando los sueños se quedan a vivir en casa...

Y por supuesto, me gustaron las ilustraciones de un misterioso Sr No quiero, ilustraciones fantásticas que intensamente reproducen los momentos claves de la historia, un ejemplo que me gustó especialmente: las distintas lunas que hay en los cielos de un dinosaurio feliz.

Llegando casi al final, el acierto ecuménico de respetar los cultos, entendiendo lo que Leonardo Boff dijo sabiamente: Dios es el agua, las religiones son las tuberías, le da al cuento de Irene un notable sentido de integración más que de sectarismo, motivo ya prefigurado desde que el internet es el foro para el encuentro multicultural de los personajes.

Por ello, agradezco que Irene me haya invitado a participar en esta presentación de Lucas, El dinosaurio feliz en Guadalajara, resguardados por los muros del Exconvento del Carmen que tantos libros ha visto nacer.


Selser se considera tanto argentina como mexicana (vive en este país desde hace dos décadas); es periodista, poeta, traductora y, desde 2001, edita la sección internacional para un diario de circulación nacional donde también escribe una columna. Por otra parte, edita también un suplemento dominical on line y ha participado como analista de asuntos internacional en televisión y radio.
Asimismo, en 1990 recibió el Premio Latinoamericano de Periodismo José Martí y, entre sus publicaciones, destaca la novela El arca de los sueños (Editorial Planeta, 1997) y el libro de poemas La senda del castaño (Laberinto, 2009).
Esta presentación de El dinosaurio feliz se llevó a cabo a las 20:30 horas del miércoles 10 de Octubre del 2012 en la Capilla Elías Nandino del Exconvento del Carmen.

http://www.lajornadajalisco.com.mx/2012/10/10/presentan-hoy-el-libro-el-dinosaurio-feliz-en-el-ex-convento-del-carmen/

http://www.informador.com.mx/cultura/2012/410267/6/irene-selser-participara-en-los-miercoles-literarios.htm

Enuma Elish presentación en Chapala