jueves, 28 de mayo de 2015

MITOPOYESIS

Conferencia presentada durante el II Diálogo Multicultural Universal en Guadalajara, Jalisco, el 8 de mayo del 2015
Aquí el video de la conferencia
Somos cuentos contando cuentos
Pessoa

Imagen de Ángel Campos
Los científicos nos han llamado Homo Sapiens Sapiens, el que sabe que sabe; no obstante somos más, mucho más, y entre esos "más" somos  el "animal que cuenta historias" el animal que cae en éxtasis cuando el anciano de la tribu arroja al fuego, encantadas y sonoras, las palabras mágicas: había una vez... /erase que se era... /en aquel tiempo... /en un país lejano…; y, por eso mismo, porque estamos hechos de historias (como dijera Pessoa) también estamos hechos de personajes, somos, no sólo ese único ente externo que se mira al espejo y firma con nuestro nombre, sino muchos..., según las circunstancias, según el tiempo en que vivimos, según la edad. Cambiamos el tono del disfraz según el papel en el que aplicamos. Y, con los cuentos, vamos entendiendo un poco esos papeles que nos ha tocado representar, y los papeles que representan los que están cerca: con cuentos aprehendemos la vida; con cuentos pasamos por las noches oscuras del alma; con los cuentos nos vemos reflejados, nos entendemos, o no.

Con los cuentos Lewis Carroll hechizó a una niña en una balsa en el Támesis, con los cuentos Sherezade salvó la vida de sus congéneres, con cuentos se consuela a un hijo, con los cuentos nos advierten los sabios de los peligros, nos muestran que el valor y la inteligencia vencen al gigante; con cuentos se rescata las tradiciones, se sana, se ayuda a entender las paradojas, a pasar la noche del alma, a pasar más rápido el invierno.

Pero… apenas estamos emocionados con todos estos poderes cuando entra el demonio racional a decir "sólo son cuentos, la vida es otra cosa, en la vida no hay princesas, ni castillos, ni finales felices" ¿y nosotros, qué hacemos? les creemos, y cerramos con tristeza el capítulo de nuestra infancia. 
Sin embargo, hay una Buena Nueva, y es que ese reino en realidad sí que existe: existe en el vasto mundo de nuestro corazón, con sus vivencias, miedos, pasiones; ese mundo al que un mal susurro le negó fronteras es liberado por efectos de la fantasía, ¡pobre fantasía tan criticada por los racionalistas...!, la fantasía dota de cuerpo, de rostro, de papel protagónico -o secundario- a todas las criaturas del interior, ahí, en lo más hondo del alma human, brotan, emergen, padecen o gozan a la medida de los gestos más íntimos, ahí, todo lo imaginado y sentido se vuelve tangible mediante una metamorfosis generada por efectos de esa capacidad humana llamada "mitopoyesis". 
Porque los cuentos son más -mucho más- que meros divertimentos: son aventuras interiores, son tierras dentro de nuestra propia tierra, son el reino verdadero, nuestro propio reino. 




Mitopoyesis es eso que libera la experiencia sagrada escondida en los resquicios de la rutina, la gran magia para ver lo que esconden en sus reinos diarios los hombres aparentemente ordinarios, si no ¿cómo o por qué nos reflejamos en el pequeño sastrecillo que nació en condiciones adversas y hubo de encontrar su propio camino en la vida?, ¿o de los hijos primogénitos que despilfarran su herencia en vidas licenciosas y marchan al destierro a vivir con los cerdos?, ¿por qué identificamos a parientes cercanos con madrastras malvadas, niños abandonados, reyes buenos pero mal aconsejados, lobas que amamantan gemelos...? Con todos estos sustentos narrativos, -aparentemente fantásticos-, los niños, los hombres, aprenden -o no- lo que son un niño y un padre, una mujer y un hombre, un rey, un príncipe, una reina, una princesa… ahí se conocen todo tipo de personajes... todos los que pueden existir en el drama en que cada quien ha nacido y ahí se materializan poéticamente los derroteros del mundo. Privar a los niños (o a los hombres) de narraciones fantásticas nos deja sin guión, tartamudos, angustiados, divagando por acciones sin sentido. 
Entre todos los cuentos que ha generado el espíritu humano, han brotado algunos cuentos memorables, cuentos que ganaron el favor de nuestros antepasados, y que de ese favor primero, se desprendió luego que fuesen favoritos de multitudes, cuentos que entregan sentido trascendente, cuentos que atienden la duda ontológica, cuentos que explican a su maneralo que rebasa al hombre, y que, ante semejante poder, han obtenido la atención de los que dirigen..., estos cuentos primordiales, favoritos por algo que late en ellos y que conecta con lo que late en el hombre, fueron en un primer momento narrados, luego dramatizados (entonces no había aún ni escritura, ni libros) para recordarlos; había que volverlos algo vivo... y llegaron a ser ritos, manifestaciones siempre vivas, íntimamente conectadas con lo sagrado.


Cuentos, mitos, fábulas, leyendas, narraciones, meros nombres para la sustancia ... Pitágoras, filósofo presocrático, dio gran importancia a los mitos, Platón, aparentemente los criticó, sólo aparentemente... lo que criticaba era que la gente sacara al mito de su corazón para situarlo en el terreno resbaladizo e inestable de lo real, ¿No usó Platón el mito de la caverna para explicar lo que nos sucede a los hombres cuando comenzamos a iluminarnos?





Hoy por hoy los mitos son vistos por la mayoría de los adultos como narraciones fantásticas, cuentos, no se les pasaría por la mente relacionarlos con la religión, no obstante… la mayoría fueron originalmente narraciones que algún sabio contó para sanar a sus congéneres, y, como sanadores populares, aquellas narraciones se trasmitieron de generación en generación, cambiaban de cuando en cuando adaptándose a las nuevas estructuras sociales, conservando no obstante en sus entrañas un reino donde el corazón del hombre puede comprender la dimensión de lo invisible. UN reino donde se cuidaba el corazón del hombre...
  ...entonces y ahora.
La mayor parte de los cuentos de hadas que conocemos no son versiones originales, han sido horrendamente mutilados, son el último sustrato de un iceberg, al fondo, en lo profundo, cada cuento, a pesar de la mutilación, guarda sus entrañas un feudo inmortal, que no obstante los cambios y cortes, late; cuentos de hadas... hadas/fatas/fatum/destino, cuentos de destinos, de destinos interiores, de luchas con los dragones del mundo real, dragones vestidos a la moda, ocultando las escamas en un corazón mezquino, gigantes que aprovechan sus estatura para espantar a los niños, ¿cuentos…? NO, son mucho más que cuentos, son lo que queda de la dramatización de narraciones a los que se les arrancó de su portal mítico, a las que se les restó relevancia, incluso religiosa, despojados de su sementera de sentido. Los cuentos proponen una experiencia sagrada de la vida, atravesar el umbral de una realidad prosaica y vernos como los héroes de la historia, -o acaso como alguno de los villanos- es la experiencia necesaria para la perestroika individual e íntima.
La dimensión mística es natural en el hombre, ahora que si no la alimenta y cultiva, no crecerá y no alcanzará su plenitud. Existe una primera capa de las cosas, la superficie: lo literal, lo real inmediato, lo compartido por todos; ese es un reino comunitario. Pero existe otra capa, más profunda, donde se van encontrando imágenes a la medida de la circunstancia personal, ahí hay una densidad de vida, un experiencia interna que nos baja hasta el pozo de lo profundo donde se percibe lo simbólico. Para entender esa honda realidad necesitamos cauces nuevos, expresiones, imágenes que nos introduzcan al misterio, lo simbólico contiene dentro una energía que catapulta todas las posibilidades del espíritu, y…¿cómo alimentar esta hambre de verdades interiores?, con un cuento. El mito, el cuento, con su contenido simbólico, son las formas de expresión más eficaces para alcanzar la otra orilla. El símbolo da que pensar, evoca, provoca, sugiere y te arroja a los brazos del misterio.


La dimensión trascendental de la vida humana requiere de formatos, de claves especiales para expresar esta dimensión de lo invisible.
Los mito, los cuentos, son claves, fórmulas para desentrañar el misterio, son puertas que se abren sólo con la llave del símbolo, son continentes interiores a la espera del su feliz descubrimiento . El alma humana tiene sus propios códigos.
Pero, ¿de dónde nos viene esta poética de la realidad? he ahí la cuestión básica, es un instinto básico, decía Umberto Eco, si pasaran los años y sólo fuera posible rescatar una lengua que pudieran entender los hombres del futuro, una lengua universal, esta sería el símbolo.





Cortázar escribe en Rayuela: "Tal vez el Edén, como lo quieren por ahí, sea la proyección mitopoyética de los buenos ratos fetales que perviven en el inconsciente."


Hasta ahora hemos circulado por dos términos, que en general no escuchamos necesariamente unidos, tal vez a estas alturas sienten que las imágenes que hemos visto pertenecen a dos dimensiones distintas... sí, son dos dimensiones que intento relacionar íntimamente. 
El mito es un cuento sagrado, el cuento un mito desacralizado (entendiendo la palabra cuento en su acepción de relato folclórico). Ambos son narraciones de acontecimientos interiores. Ambos generan el desarrollo de la inteligencia asociativa, como analogía que son se imponen desde la intuición al logos. Mito no fue en sus orígenes, aunque actualmente tenga esa connotación, sinónimo de mentira, sino de narración… es toda realidad interior narrada, toda aventura del alma ya sea del hombre o del mundo, es "decir de otra manera las cosas", es hablar con una lengua que tiene todo para ser eterna; según apreciación de Umbreto Eco el mito con su carga simbólica  se produce por contacto y acceso al imago mundi. El entendido en mitos no mira lo externo como impronta de un sello que sella, sino como puerta de un umbral que se abre, que penetrar la carne de las cosas, que ve en la huella más que la huella, que va por el que ha plantado ahí su estela, que va por el origen, por la explicación que tranquilice al ser que hondamente somos; para que se cuente a través de nosotros lo que debe ser contado por los siglos de los siglos, contado para salvar al hombre, para salvarle la vida, la verdadera vida. 
Mitopoyesis, capacidad del hombre para dotar a la realidad de una sustancia trascendente, para darle la vibración de signo, de código, para servir al ángel que quiere ser interpretado, escuchado, para dar la buena nueva de otro reino,

¿Por qué Gregorio Samsa nos cala tan hondo, sin necesidad de un taller literario que explique los fenómenos poéticos de la escritura Kafkiana?, Gregorio Samsa somos nosotros soportando el peso de la incomprensión, lo asume -sin mayores explicaciones metafísicas o literarias- el ser que somos, ese ser interno está hambriento de historias que le cuenten y expliquen lo que le sucede. Por más que la menta dicte sentencias todopoderosas, estas no producen lo que quiere uno sentir, el cuento, en cambio, es la activación de lo que el ser interior siente que quiere. Y no sólo en lo luminoso, sino en lo que nos consume, en lo que nos alarma de nuestra propia vida, porque también somos Drácula tragando a borbotones la juventud de los hijos, tragando la vida del ser amado, qué monstruoso. Además somos Dante en medio de esa selva oscura, ¿quién no se ha sentido en medio de una selva oscura no obstante a su lado haya muros de concreto y no se asome ni una planta por el entorno? ¿de qué selvas se habla, de qué mundos, de qué cielos?, ¡del cielo personal donde lo divino es lo amado! como Dante y su Beatriz... ¿Cómo vamos a entender el cielo si no es colocándole el rostro que aquí es nuestro cielo?
¿Cómo va una virgen a dar a luz? ¿imposible?, no, posible, porque todas las mujeres del mundo guardan una entrada atípica que pueden conservar intacta a pesar de los hijos; porque hay más cosas en la tierra y en el cielo de las que nuestras pequeñas mentes pueden alcanzar a entender por la vía material de una realidad tangible, hay más Américas en el alma esperando ser descubiertas.
Y esto es cosa de todos los tiempos, es cosa de todos los que han existido, es cosa de las pasadas civilizaciones y de las modernas, aunque tal vez, tristemente, menos de las modernas, que en su mayor parte han despojado de sacralidad al mundo y ahora no saben qué hacer con el descarnado engendro que se les viene a la cabeza cada vez que contemplan el progreso.



O, también sucede que algunos "devotos" se pelean por el nombre que deciden darle otros a su dios, y preparan las armas para destruir el "cuento" del "contrincante" sólo porque tienen nombres distintos los personajes, no quieren o no pueden ver en los símbolos el lenguaje universal ni sus coincidencias, ni el mismo numen que alimenta la insaciable hambre humana por lo divino.
No entienden que los rezos son traducciones de un idioma original, y que el verbo guarda los ecos, pero no es los ecos. Es la concentración de la idea articulada en imágenes y la emoción de un evento psíquico, positivo...

         
 o negativo.
 

Es la fórmula poética para la re conexión, la ecuación para encontrar el sentido de la vida, para detonar los dioses que habitan en el interior del hombre. Por esa cualidad de dar sentido muchos cuentos adquirieron la talla de proyectos religiosos, y, desafortunadamente, han sido explotados por los sistemas para contar el drama humano, mucho menos interesados en el bien del hombre que en su poder, porque al controlar el fondo mágico que contienen las historias sagradas adquieren poder sobre los que esto ignoran, y es que el drama humano siempre será sagrado (la religión no podría explicar su sentido salvífico sin el cuento); cuando una historia sagrada nos cuenta el cuento de la salvación es porque el hombre no tiene de otra sino volver al hogar, y el hogar no es una casa con renta, hipoteca o escrituras, es un Hogar al que se vuelve después de la vida para reposar y recapitular… es una palingenesia vital.
Y no es que apostar por la mitología o los cuentos sea que se niegue la realidad, no, la realidad misma es el signo, el código, la trasferencia a lo imaginario, el reglón de escritura literal es el trampolín para la intuición simbólica, todos los seres que despliegan su poder ahí, en la épica son parte de un drama interior sagrado en la medida que hace sentir al hombre que es poderoso, más poderoso que todos los átomos condensados de una materia en silencio. Lo real le permite al hombre ver en esa dimensión de lo tangible un acceso a algo mayor, latente en la melodía de las cuerdas cuánticas. Sí, la guerra de Troya existió, fue real, pero ello no demerita el símbolo, POTENCIA EL SÍMBOLO, el hombre se sirve de lo que vive, de lo que ve y padece en el entramado de circunstancias ineludibles, se sirve de él para entender el universo escondido, el verdadero mundo suyo, el que susurra en las noches y a solas: escucha… la guerra de Troya existió, y lo sabes porque hoy mismo has vivido en medio de una batalla como la que te cuenta Homero. El símbolo de ese asedio fantástico a oriente de parte de occidente sirve para referenciar un asedio interno, o alguna lucha ente los dos hemisferios de nuestro propio mapa mundi. Si en la Odisea aparecen criaturas imposibles, que, con algunas claves, los científicos o geólogos descubren en la realidad (como Caribdis en los sinkholes que se tragan todo a su alrededor, y no dejan sino escombros).


Lo real, eso que está ahí en el mundo tangible, eso que puede ser visto, escuchado, sentido... es la metáfora perfecta para los agujeros interiores que van consumiendo la vida del hombre.
Los mitos/los cuentos, habitan la geografía, no sólo de la fantasía, están también en la filosofía (Thomas Hobbes da el título a su obra con la imagen de un monstruo: Leviatán, o La materia, forma y poder de una república eclesiástica y civil); los mitos laten con clave estética en la pintura, la escultura, en la sociología, en la ciencia (la Eva mitocondrial explica una teoría), en la geología (pangea). La sociología busca en los mitos la raíz de un modo concreto de organización social.
Todo esto es producto de la mitopoyesis, el hombre es cuento y cuenta cuentos para explicarse, para entender…
La mitopoyesis, (para mí) es algo muy cercano a la magia, es poder para ver en medio de la rutina cotidiana -y de lo real-, un hueco, una grieta por dónde penetrar la vida hacia la vida verdadera. Algunos pueden ver el camino rumbo a esa dimensión sagrada, pueden ver la vida escondida y misteriosa que pasa por nuestro costado. Otros no.
Cuando alguien ha querido abolir una cultura, una civilización ha abolido sus símbolos, sus cuentos, aboliendo sus historias sagradas es que se vulnera al hombre. La historia demuestra sin embargo que el hombre no puede vivir sin narraciones que le expliquen la dimensión trascendente, y cuando una muere otra debe nacer. Símbolos van y vienen alimentando la urgente hambre del alma, e Instintivamente, el ser humano tiende al símbolo, somos un animal simbólico por excelencia, 
Hoy se pone tanto énfasis en lo material y por eso precisamente hay una necesidad reprimida en lo trascendente, ese inmortal anhelo... íntimo deseo de comunicar con una realidad que no se puede expresar ni con palabras ni racionalmente, que busca su refugio en mitos, en el arte, en la música, la poesía. Que, como narración de unos hechos magistrales, marca a una sociedad; pero también es más: es algo que sucede afuera y es algo que sucede adentro. 
Es la dialéctica entre el interior y el exterior, el matrimonio entre el mundo visible y el invisible, padres que dan a luz una realidad potenciada. 

Las ideas adquieren forma sensible por medio de una actividad simbólica cuyas bases están en el mundo material y visible pero que de este mundo sólo usa la imagen -muchas veces de manera paradójica-, en ambos mundos existen mujeres que nacen armadas de la cabeza a los pies, reyes que dejan a su hija dormir cien años, jóvenes que se trasforman en leones, sapos que se vuelven príncipes… No podemos seguir perpetuando el paradigma de oposición ciencia y mito, SON HERMANOS, este es el tiempo de la síntesis, el sapo se vuelve príncipe en lo simbólico cuando logramos ver en alguien insignificante todas las buenas leyes de un hombre, pero también en lo real, lo real es la plataforma para detonar el símbolo, ¿cómo? está probado ya el alto contenido de sustancias alucinógenas en la piel de los sapos, hoy por hoy, y en realidad siempre, ha sido posible que besando al sapo puedas en efecto ver al príncipe. Esta doble formulación real/simbólica no es antagónica, el hombre es alguien que experimenta en dos niveles, vive hacia adentro, percibe y experimenta lo que llega desde fuera. No es sólo el objeto, sino también y en conjunto, objeto e idea lo que se juega la vida en las narraciones trascendentes.
Pero cuidado, aplicarnos a poner peso nuevamente e otro lado del columpio dejaría al hombre de otra vez huérfano de algún hemisferio.
El símbolo inscrito por medio de la mitopoyesis es TRASFORMADOR, esta es su fuerza y su poder, nos cambia, nos trasforma. Dijo Einstein, que el hombre puede entender al universo, porque su mente tiene una estructura similar, esa estructura es la que permite la trasformación del mundo en cuento, la vida en aventura. Hay una misma fuente de donde todos abrevamos, y abrevamos todo, esa fuente es el sancta sanctorum de nuestro propio interior.
Todo lo visible está ahí sólo al servicio de lo invisible, todo desierto es también la palabra ´para hablar del desierto interior, de la sed, de la soledad de una espeta inhabitada. Todo bosque es bosque y en su interior siendo bosque se convierte en la densa sustancia del inconsciente, a donde vamos cuando necesitamos ser héroes. El templo real también es el castillo donde las voces interiores rompen a cantar su salmos.
Aquí un video con algunas imágenes alusivas
Y el video con la conferencia

sábado, 2 de mayo de 2015

Otra inclinación vital

Más luminismo

Si quisiéramos, o pudiéramos, leer en los acontecimientos de la vida diaria una suerte de símbolos, tal vez una figura como la del ying yang se perfilaría en el horizonte de nuestras ciudades. Hoy, que hemos despertado rodeados del nuevo terrorismo social, es precisamente el día que se recibe a los líderes espirituales en un congreso multicultural. Prácticamente el mismo día y casi a la misma hora se dan cita ambos eventos, y, no obstante sea mayor la magnitud del encuentro entre laicos y religiosos -de distintas culturas, religiones, creencias-, los "malos" gritan más fuerte. Los autobuses y autos incendiados muestran una llama que amedrenta, y, ciertamente es más complicado mostrar al ser humano su llama interior -y el poder que tiene esa llama-, que el exhibicionismo descarado de la prepotencia de los bravucones. Las noticias, con esa inclinación natural (el morbo vende más) se olvidan de citar también en sus crónicas que hombres y mujeres de paz están en este mes de mayo  iniciando un proyecto mundial para dialogar sin violencia, para buscar afinidades más que diferencias, para enfrentar unidos el gran monstruo que amenaza el mundo.

Sin embargo, nos olvidamos que ese círculo donde lo blanco  y lo negro se abrazan es un eterno juego de ajedrez sobre el tablero vital, con piezas de ambos bandos, y un piso de baldosas no amarillas. Nos olvidamos, ante el impacto de los recientes excesos de brutalidad, que también hay soldados luchando otras batallas, y hay otros reinos que sin armas se ganan. Y que hay en el hombre, a pesar de la abundante muestrario de horrores, otra inclinación vital.
Yin yang, Gru Eli Sm
¿Visión de quijotes? tal vez; si con ello se quiere decir que necesitamos ver de otra manera las cosas, leer de otra manera los acontecimientos, tener otra visión de lo que necesita el mundo para cambiar el mundo, entonces sí, que nos digan quijotes. Pero que nos lo digan comprendiendo bien lo que veía Cervantes en los molinos: los poderes crecidos como gigantes, y que alguien debía enfrentarlos, aunque se rieran de esta intenton los "realistas".
¿Quién le da más impacto al valor de un incendio que al de un encuentro? ¿los medios, nosotros? Ambos. Acostumbrados a la gracia del morbo y su probado éxito en cuanto a llamar la atención -pobre morbo inseguro de sí mismo- nos unimos a la horda de reproductores ciegos de la catástrofe, la alimentamos, la promovemos… cuando alentamos la multiplicación de los horrores en nuestras tertulias, en nuestros hogares, con los amigos. Reproducimos el horror como quien quiere así ganarse el cielo, anotándose un punto de bondad al denunciar con indignación los males del mundo, ¡pero si no cuidamos nuestros pequeños reinos! no atendemos lo que pasa dentro de ese feudo en el cual somos reyes, soberanos absolutos, reino interior que sólo puede ser vulnerado si lo permitimos, consciente o inconscientemente. A tomar conciencia de lo que hacemos, de lo que decimos; a tomar conciencia cuando infringimos las pequeñas leyes de la vida, que somos también pequeños imitadores de los grandes monstruos.

Esos monstruos son, si se los permitimos, distractores para no ver la fauna magnífica de nuestros continentes interiores. Dejamos que nos quiten la sonrisa los muertos vivientes sólo porque gritan más, y más fuerte. Sí, el ruido es mucho y ¡¿quién va a meditar en esas circunstancia?! dicen los ya vencidos por la amargura (con algo de razón lo dicen porque las explosiones sacan de concentración a cualquiera), pero no hay permanencia, la vida no promete permanencia y si la bomba saca de balance la vida está ahí para que lo recuperemos. ¿Son realmente más fuertes los "malos" en tratándose de dar sentido a la vida, verdadero sentido? Para ser fuerte de verdad hay que vencer a la capitana de todos los destinos, a la que usa con los dos bandos, sin aceptar sobornos, su guadaña eficaz. Ella copa todas sus salidas, ella se queda con toda la fama y los dineros que tanta sangre han costado. Ni ellos ni nadie ha vencido en el terreno material semejante capataz de la igualdad última, a ella se le vence sólo cuando comprendemos que la aventura interior no le pertenece, ella viene únicamente a poner un punto al juego que cada quien jugamos. Nosotros tenemos la última palabra, en el punto que la muerte ha colocado sobre nuestra frente se puede plantar el final feliz, no importa en qué mazmorras nos hallemos. Lo sé, esta patria de triunfos no es para todos, es para los que ya vieron que la realidad tiene una entrada mágica, un feudo secreto esperando para entregar la felicidad.

Y no es cosa de hoy que se insista en la Buena Nueva, es cosa de siempre, es cosa del hombre desde que es hombre, es cosa humana, es cosa de esa llama oculta en la vida interior, llama que llama a la luz, incansablemente, y si ya no llama esa llama es porque la hemos apagado. Se apaga a fuerza de lanzar lejos al grillito que susurra a nuestro oído, se apaga si lo matamos.

Informes acerca del evento que comento al inicio del texto.aquí/

Enuma Elish presentación en Chapala