Qué nombre raro, ¿verdad? Pues bien, el oráculo de Trofonio,
es sólo un trampolín para lanzarme al tema de los enteógenos, (nombre
dado a la sustancia vegetal o preparado
de sustancias vegetales que al ingerirse, provocan un estado alterado de
conciencia). Comencemos pues con el salto:
En la antigüedad existían varios
centros de culto religioso. Todos ellos contenían un secreto, un misterio guardado con gran celo, esa es de
hecho una de las razones por las que durante mucho tiempo se supo tan poco acerca de los misterios de
Eleusis.
Actualmente,
el misterio parece haber sido revelado, al menos en parte: durante dichas
ceremonias se experimentaban estados
alterados de consciencia provocados por la ingesta de ciertas sustancias. Ante este descubrimiento fue necesario inventar el término "enteógeno" para denominar a las sustancias
utilizadas en dichos culto. Derivado de la
lengua griega, éntheos: "poseído por un dios" (literalmente
"dios dentro de") y génos: "origen, nacimiento" aparece el neologismo enteógeno: «devenir divino por dentro». Esto obedece a la intención, de parte de los investigadores del tema,
de crear una palabra, ajena a las connotaciones de los términos alucinógeno (considerado impreciso y
peyorativo) y psicodélico (demasiado ligado a la Contracultura de
los años 60)[1].
Hace varios siglos, en la
antigua civilización helenística, la asistencia a los oráculos, mejor conocidos
por nosotros como centros de adivinación,
eran una práctica común entre la población griega. Lo que ahora resuelve
la visita a un psicólogo, un vidente o un sacerdote, era resuelto por medio de la visita a dichos
oráculos, santuarios a los que se llegaba para preguntar por cuestiones
importantes en la vida del consultante. En estos sitios había siempre una mujer
llamada pitia (o pitonisa) que según se cuenta poseía poderes adivinatorios; una
vez hecha la pregunta, la pitonisa comenzaba a contorsionarse y a producir
extraños sonidos que serían luego interpretados y "traducidos" por los "sacerdotes" del
oráculo. Muchas veces las respuestas eran tan ambiguas como lo son ahora
algunos horóscopos…
Cuenta Herodoto, que en una ocasión Creso (560 -546 a . C.),
el último rey de Lidia, consultó el oráculo pues se estaba
preparando para invadir el territorio persa y quería saber si el momento era
propicio. El oráculo contestó: “Creso, si cruzas el río Halys -la frontera entre Lidia y Persia-, destruirás un gran imperio".
Por supuesto que Creso interpretó la respuesta como favorable y dando por hecho
que el gran imperio era el de los persas, atacó. Pero el “gran imperio” que se
destruyó en aquel encuentro fue el suyo…
La dinámica de la mayoría de los oráculos griegos era la siguiente: el
visitante llegaba, hacía su pregunta, la pitia se ponía en trance (el trance se
debía muchas veces a los vapores tóxicos del azufre que brotaban de la tierra
debajo del trípode sobre el que estaba ella); el sacerdote del oráculo
escuchaba atentamente las frases entrecortadas de la pitia y las traducía. Los escritores de la escuela de medicina hipocrática de Cos,
antiguos intelectuales griegos, rechazaban estos métodos por considerarlos un tipo de manipulación mental[2].
Lo anterior es sólo para ubicarnos en un contexto
determinado, y pasar a comentar acerca de un oráculo poco conocido: el oráculo de Trofonio, cuyas
particularidades me despertaron gran inquietud
por el tema. El oráculo de Trofonio, a diferencia de los oráculos conocidos,
no contaba con la participación de una pitia o pitonisa, y daba sus respuestas
directamente al visitante, luego de que éste se sometía a diversos ritos de
purificación.
El nombre de este oráculo parte
de un personaje real: Trofonio. Cuenta
la leyenda que Trofonio y su hermano Agamedes
eran famosos arquitectos a los que se atribuía la construcción de varios
santuarios y palacios. En una ocasión
fueron llamados a construir una cámara
donde el rey Hirieo guardaría su tesoro. A fin de extraer poco a poco parte de las riquezas del
soberano hicieron que una roca se pudiera remover desde afuera, paulatinamente
ellos tomaban parte del tesoro. Cuando el rey descubrió que los sellos y las
llaves estaban intactos y no obstante la cantidad de sus riquezas disminuía
puso trampas por encima de los recipientes para atrapar al ladrón. Entró Agamedes
y cayó en la trampa, Trofonio le cortó la cabeza para evitar que al día
siguiente fuera torturado, de esta manera, no sólo se salvó, sino que evitó que
fueran reconocidos ambos como los autores del hurto[3]. Al
salir de ahí, la tierra se abrió y tragó a Trofonio, exactamente donde está su oráculo, en el
bosque sagrado de Lebadea Me imagino, que
esta historia ilustra la manera que el santuario oracular funciona (literalmente
los asistentes al oráculo son succionados, por una abertura de mampostería
creada para esos fines, en un viaje caótico
hacia las entrañas de la tierra; ahí eran golpeados en la cabeza, experimentaban traumáticos sucesos y hórridas visiones)[4]. Esta
experiencia servía al consultante del oráculo como iniciación mística. Penetrar
las entrañas de la tierra, morir, y luego volver a la vida trayendo de vuelta
las visiones del inframundo.
Quien salía del oráculo de
Trofonio parecía un muerto en vida, era necesario pasar varios días en una
especie de casa de recuperación antes de ser capaz otra vez de reír, y algunos no lo lograban. (Los misterios Eleusinos, por el contrario, daban al iniciado una felicidad interior, producto de vivencias místicas muy distintas).
Ahora bien, ¿por qué sufrir
estos trances? (me refiero al oráculo de Trofonio en particular) ¿Quién y por qué se involucraría en este tipo de situaciones?
¿Cuál es la razón para que un ser humano voluntariamente se arriesgue a
perderse? ¿Por qué soportar agresiones y torturas en las entrañas de la tierra?
¿Desde cuándo el ser humano participa de estos ritos? ¿Dónde se reportan
evidencias de ello? ¿Qué se obtiene de la experiencia con enteógenos y qué
relación tiene todo esto con la religión?
Entremos a la cueva del oráculo
de Trofonio y esperemos que algunos misterios nos sean revelados.
Las sustancias alucinógenas
fueron el tema obligado de los años sesenta, era una manera de rebelarse contra
un sistema opresor que colocaba los estados de trance entre las experiencias
prohibidas. Aldous Huxley reporta el uso
de una droga llamada soma en su novela de ciencia ficción Un mundo Feliz, el soma sin
embargo, es tan antiguo como la historia
de la humanidad. Posterior al soma, la aparición del cornezuelo, un hongo que
crecía en los granos de cebada o de centeno, coincidió con el descubrimiento de
la agricultura. Comenta Gordon Wasson en su libro La búsqueda de Perséfone: “Nuestros remotos antepasados
iletrados calificados por nosotros de
salvajes sabían cómo manejar estos milagrosos enteógenos: ellos no hablaban
ruidosamente y con ignorancia como lo hacemos muchos de nosotros”. Ahora el temor de que la exploración del tema se
confunda con el abuso de “drogas” ha ocasionado que se investigue poco, (o que lo investigado no se difunda) en
torno a los antiguos ritos sacerdotales, y se ha encubierto su uso por medio de
eufemismos literarios. La palabra soma
aparece por primera vez en el Rig-Veda, (antiguos himnos hindúes), para
referirse a un dios, hijo de Indra. Hay
interesantes evidencias, basadas en
textos literarios, que identifican el
soma mencionado por los arios, con el hongo llamado amanita muscaria. Y por supuesto, también los griegos supieran
de los enteógenos, desde hace siglos, pero no lo mencionan abiertamente, utilizaron símbolos, por
ello los estudiosos occidentales de la escuela racionalista lo ignoraron mucho tiempo[5].
Una de las cuestiones más
oscuras en torno a la cultura griega son los Misterios de Eleusis, hablar de lo
que sucedía durante las ceremonias estaba
prohibido, el castigo era la muerte. Recordemos que los tabúes se han originado
a partir de la necesidad de cuidar un secreto generalmente relacionado con el
poder o la religión. ¿Qué sucedía en los misterios de Eleusis que hasta la fecha permanecen tan
inexplorados?
Ahora tenemos noticias de que durante estos misterios, relacionados con la diosa Deméter y su hija Perséfone, ambas diosas de la fertilidad agrícola, se consumían sustancias enteogénicas. Como en el oráculo de Trofonio. ¡Qué responsabilidad tan grande la de los sacerdotes...! los iniciados se ponían en sus manos.
Las características del hongo utilizado en Eleusi, en la fabricación del soma hindú, como la clase de hongo presente en las ceremonias de mesoamérica son las siguientes: Su consumo ocasiona visiones extraordinarias. Los eufemismos evasivos, o metáforas para nombrar al hongo ocasionaron que durante muchos siglos se pasara por alto tanto su existencia como los usos rituales que tenía. En la década de los 30’s Gordon Wasson y su esposa de origen ruso, Valentina Pavlova, se embarcaron en una cruzada de investigación sorprendente.
Las características del hongo utilizado en Eleusi, en la fabricación del soma hindú, como la clase de hongo presente en las ceremonias de mesoamérica son las siguientes: Su consumo ocasiona visiones extraordinarias. Los eufemismos evasivos, o metáforas para nombrar al hongo ocasionaron que durante muchos siglos se pasara por alto tanto su existencia como los usos rituales que tenía. En la década de los 30’s Gordon Wasson y su esposa de origen ruso, Valentina Pavlova, se embarcaron en una cruzada de investigación sorprendente.
Luego de
su primer enfrentamiento como pareja, un cálido día de verano cuando Valentina
divisó un bosque lleno de hongos y se lanzó a recolectarlos con
entusiasmo, Gordon Wasson indignadísimo
se negó esa noche a cenar los guisos que su mujer le preparó, profetizando que
si ella los comía amanecería muerta. Esto llevó a la pareja a analizar las
distintas actitudes que ambos tenían sobre los hongos. Confrontaron sus
percepciones con la de los amigos (los de él micófobos ingleses y los de
ella micófagos rusos) y se plantearon la posibilidad de que la religión tuviera
algo que ver con el contraste entre micofilia y micofobia que entonces
caracterizaba a los pueblos de Europa.
Estos fueron los inicios de una búsqueda que comenzó como algo personal y
posteriormente trascendió hacia círculos eruditos[6].
Wasson indagó sobre el pasado
de los pueblos mesoamericanos y se sorprendió al encontrar grecas griegas de la
cerámica del periodo arcaico en la arqueología prehispánica. Reproducimos la
imagen de un ánfora griega de Eleusis, para llamar la atención sobre las grecas
que aparecen en ella[7].
Durante una experiencia entogénica llega un momento en que se pueden tener
visiones de grecas con los ojos cerrados o abiertos en medio de la oscuridad.
La distinguida prehistoriadota,
Marija Giambutas, en su libro "Los dioses y las diosas en la antigua
Europa", se ocupa de la prehistoria desde una época muy anterior al
momento en que los griegos y otros pueblos indoeuropeos irrumpieron desde Asia.
Sin que las siguientes imágenes impliquen que la tesis de Giambutas es la misma
que la de Gordon Wasson, me sirvo de ellas a fin de ilustrar las conclusiones a
las que es posible llegar si unimos algunos cabos sueltos. Las siguientes
ilustraciones, tomadas del libro antes citado pertenecen a artefactos
fabricados desde 5,000 años a.C. hasta 3,500 a .C., Son ejemplos de las grecas que uno
puede ver en el curso de una experiencia entogénica[8]. La
profesora Giambutas cuanta en su libro que los antiguos europeos cultivaban el
trigo y la cebada, es por eso que Gordon Wasson aventura la hipótesis, hoy
sumamente extendida, de que el enteógeno
implicado fuese el cornezuelo, hongo que nace de la cebada y el centeno o,
previamente, la amanita muscaria, cuyos efectos son similares.
Muchas discusiones han surgido
sobre si estos dibujos son de invención independiente o préstamos culturales.
Sin embargo la primera pregunta que debemos hacernos es si aquellos que
trazaron los dibujos conocían los enteógenos y si no serían estos dibujos una
manera de captar en la pintura el momento especial en que el artista comulgó
con los espíritus o por lo menos un recuerdo estilizado de dicho instante.
Por otro lado, los nombres con los que se designa al hongo para preparar dichas sustancias son curiosos:
“el que ha sido prensado” (por la forma de obtener su jugo), “no nacido único
pie (debido a que el hongo es un especie que no nace de una semilla y cuya forma determina su nombre), “golpe de
rayo” ( pues según los mitos es concebido milagrosamente a partir del coito de
un rayo con la madre tierra reblandecida por las lluvias) [9]
Muchos de estos nombres se
relacionan con mitos y personajes mitológicos implicados en rituales sagrados.
En los misterios de Eleusis participaba Dionisio quien había nacido del muslo
de Zeus, dios del rayo. El dios Soma de los arios era hijo de Indra el dios
principal, equivalente al Zeus griego y también dios del trueno, de la cultura
India ¿Coincidencias?.
Por todo lo anteriormente dicho
y varias cosas más que nos harían extendernos demasiado, concluyo, que en la
antigüedad, el contacto del ser humano con los enteógenos era una experiencia
trascendente y única, para la que se preparaban espiritualmente (lo cual no implica que no fuera susceptible de corromperse, y que no hubiera entonces también quien se aprovechara de el poder implícito en estas prácticas). En el oráculo
de Delfos se leía: Conócete a ti mismo. De los Misterios Eleusinos se volvía con la seguridad de que la vida era trascendente. El oráculo de Trofonio, en cambio...
Hoy en día las adicciones han
banalizado el uso de estas sustancias,
se busca trascender sin una preparación espiritual, evadirse más que
conocerse. El oráculo de Trofonio, entre todos los oráculos de la antigua
Grecia, sugestionaba a los consultantes, manipulados por el uso de las
sustancias ingeridas, a fin de que salieran de la cueva creyendo ciertas cosas
con recalcitrante fanatismo, el lavado de sus cerebros se llevaba a cabo en las
entrañas de la tierras por expertos conocedores de las debilidades humanas,
¿existe hoy algo similar? ¿por qué hemos perdido de vista la verdadera búsqueda
de la "visión"?
Esto es sólo un detonante, yo
no tengo todas las respuestas, sólo las preguntas. Y algunos libros que recomendar.
Bibliografía
R. Gordon Wasson, La búsqueda de Perséfone, FCE, México
1992
Robert Graves, La comida de los centauros, Alianza
Editorial, México 1994
Robert Graves, Los dos nacimientos de Dionisio,Seix
Barral, México 1980
Pausanias, Libros I, IV, VIII,
IX
Plutarco, Mor. 590ss
R. Gordon Wasson Artículo del Journal of
the American Oriental Society, Volumen 91, número 2. abril-junio
1971.
[3] Cfr. Pausanias, Descripción
of Greece (Descripción de Grecia), vol I. traducción con comentario de T.D
Frazer-Macmillan, Londres, 1898
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