Épica tierra adentro.
¿No soy el
monstruo sin meta ni descanso
que cual
catarata brama de roca en roca,
buscando el
abismo con avidez rabiosa?
Goethe
"Que la épica está pasada de moda", dijo hace
tiempo uno de mis maestros en la universidad… Pero yo me resistí entonces a
creerlo y seguí leyendo los cantares de gesta como quien come un pastel
delicioso. Con el tiempo devoré poemas heroicos, y enseñé a otros que la épica
lejos de estar pasada de moda es una fórmula mítica utilizada no sólo para
narrar divertidas aventuras de héroes nacionales, sino para simbolizar
profundos avatares de la condición humana…
Muchas son las alegrías que me dan las clases de mitología
que imparto, pero las más son las que
surgen con los acertados comentarios de mis alumnos. A ellos debo esta reflexión,
que me llevó a cambiar el enfoque de una obra en particular. Recientemente les narré la historia de
Beowulf, personaje de un cantar germánico ampliamente estudiado y disfrutado
por Borges. Protagonista ideal para cintas de aventuras, Bewuolf se convierte,
en la cinta dirigida por Robert Zemeckis, en un personaje distinto al que
leímos quienes conocemos la historia; y, la que en el manuscrito medieval fuera
una horrible ogra
ahora protagonizada por Angelina Jolie es una atractiva y
seductora tentación para el héroe…
El cambio en la versión va más allá: mediante este lazo con la "ogra" Beowlf engendra un nuevo
monstruo…
Lejos de criticar los cambios dados por la adaptación moderna
al testamento literario de poetas medievales, considero que la película utiliza
las fórmulas míticas para señalar que somos nosotros los que gestamos nuestros propios
monstruos. Si el poema original, escrito en un inglés muy antiguo, revela cómo
se lucha contra los demonios externos, la adaptación moderna hace que esos
monstruos sean gestados por el propio Beowulf.
En lugar de temer, negar o afirmar que lo nuevo pueda
superar lo antiguo, aceptemos las posibilidades que nos ha legado la tradición
y contemplemos la épica como un sistema interior donde el ser humano refleja
simbólicamente sus luchas, y donde los demonios personales adquieren formas con
las que se pueda lidiar.
Nosotros, con nuevas tecnologías, lejos del tiempo en que la
oralidad y la escritura eran dos formas de transmitir la literatura, creamos
nuevos formatos para la épica, al fin y al cabo lo que ha pasado de moda no es
en sí la lucha constante y feroz contra los monstruos, sino la forma de hablar
de ellos.
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Y si quieren un poco más sobre el tema, encontré este interesante artículo en inglés:
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