Presentación
El pasado 27 de septiembre del 2013, en la librería del Fondo de Cultura Económica de Guadalajara, Jalisco se presentó Grimori Mundi, aquí algunos generales:
https://www.youtube.com/watch?v=Al92QjTN2Z
Video de la presentación:
https://www.youtube.com/watch?v=R3y0oi6e_rI
Reseña aparecida en el suplemento Ocio del periódico Milenio:
http://www.ocioenlinea.com/node/28919
Reseña aparecida en El Faro Cultural:
http://www.elfarocultural.com/2013/10/PresentaciondeGrimoriMundienlalibreriadelFCE.html
Para comprarlo en linea (área Guadalajara, Jalisco)
http://www.gonvill.com.mx/webapp/wcs/stores/servlet/ProductDisplay?urlRequestType=Base&catalogId=10001&categoryId&productId=1129881&errorViewName=ProductDisplayErrorView&urlLangId=-5&langId=-5&top_category&parent_category_rn&storeId=10001
Presentadores:
Raúl nació en Guadalajara Jalisco, bajo el Kin
maya OC. Místico de la palabra poética, investigador incansable de las letras y
de los mundos mágicos, ensayista tanto de lo cotidiano como de lo sagrado,
amigo de los sencillos, de los wixaritaris, de los chamanes, apasionado lector,
juguetón malabarista de la palabra periquetera, columnista múltiple, y muy generoso amigo. Raúl
Aceves ha publicado desde 1982 una cantidad de libros y artículos que desbordarían la página y se derramarían a
todo lo largo de la rampa del Fondo de Cultura Económica (los que conocen el Fondo de Cultura Económica de Guadalajara, saben que es una rampa muy larga). En lugar de mencionarlos todos hemos
decidido referir sólo que Raúl ha escrito constantemente, año tras año, desde
1982 libros de poesía entrañables , aforismos
y desaforismos, cuentos, ensayos, artículos
periodísticos, diccionarios "especializados", antologías y ha
realizado una profunda y dedicada obra de Investigación en torno a varias de
las culturas prehispánicas y sus herederos.
GRIMORI MUNDI
Por Raúl Aceves
Grimorio, libro de fórmulas mágicas, de invocaciones a los
espíritus de otras dimensiones, de talismanes protectores, de abracadabras de
procedencia hebrea o caldea, o de magos y alquimistas medievales. A todo esto
nos remite el título de esta obra: Grimorio del mundo, o el mundo convertido en
libro esotérico, que precisa ser descifrado por los que conocen el lenguaje
secreto de los iniciados en los misterios, puertas que sólo puede abrir el que
tiene la llave o la clave de la cerradura, que protege el conocimiento de los
profanos que no están preparados para recibirlo.
Levantar
el velo de Isis, el velo que oculta el misterio a la mirada de los profanos, es
el atrevimiento de los poetas, y decir algo de lo que lograron ver, es su tarea
heroica. Porque todo poeta auténtico es un Prometeo que roba el fuego del
conocimiento a los dioses, para dárselo a los hombres, aunque luego sufra una
interminable condena.
Algo
parecido ha realizado la poeta Yolanda Ramírez Michel, al emprender la
elaboración de su grimorio personal, al levantar un poco el velo de su misterio
interior, y dejarnos ver algunas imágenes, -unas trasparentes, otras
enigmáticas-, de las muchas que habitan su casa de las Imágenes interiores, es
decir, íntimas, profundas, incluso abismales, cósmicas.
Vemos
por ejemplo, la Gran Palpitación del corazón del universo, llamada Dios; el
útero del caos bullendo como redoma de alquimista; las hijas de Orión con sus
plateados párpados de luz; el mar como jardín de conchas y salinas floraciones;
el perfume prodigioso de las lluvias siderales; los lejanos planetas que
dilatan sus raíces bajo la mirada del sembrador; los átomos congregados en la
hierba para dar nacimiento a una reina: la flor; el tiempo como clepsidra derramando
soles…
También
la creación y recreación continua del universo se refleja en la metáfora de los
amantes, que a través del juego de las polaridades lo ponen todo en movimiento:
la Noche y el Día, el Cielo y la Tierra, el Hombre y la Mujer, son ejemplos de
parejas mitológicas que al amarse generan la vida y todos los seres existentes,
al igual que generan la Muerte y el mundo de los espíritus y los ancestros.
Transfigurada por el amor -en palabras de la poeta- la carne se vuelve frutal y
circulan semillas por la sangre; de la piel ungida de dulcísimo anhelo surgen
visiones del verano, y las hojas se contorsionan alrededor de un tallo; los dioses en procesión danzan como corales
al contoneo del oleaje; no hay nada más allá de la orilla del amante, tan sólo
el vértigo, el desbarranco; dentro del amante reside el Edén, el Paraíso, y
afuera sólo el exilio y la espada flamígera…
Nacer
en el mundo es sufrir un exilio temporal, donde la tentación no debe ser
resistida, sino intensamente comprendida; el Árbol del Conocimiento se convierte
en el Árbol de las Palabras Caídas, donde Luzbel -el ángel Prometeico-, entrega
a los hombres los frutos prohibidos, las semillas de fuego que arden en la
entrañas del mundo. Palabras incendiarias que hacen brillar los ojos de los
hombres que han leído el Libro escrito con letras de fuego. La Poesía es de
nuevo el Génesis, el Éxodo y el Apocalipsis, cruzado todo por la profecía y la
revelación.
Cada
ser, por pequeño que sea, refleja a su manera al universo. Por eso la poeta
habla de una "teología de las flores", y del caballo que bebe en una
noria (después de participar en una batalla), y de los campos regados con
sangre, y de las palomas hostigadas por niños crueles. El universo, como mezcla de dolor y belleza, de belleza dolorosa que constituye el espectáculo del
mundo, la noticia del mundo, la memoria del mundo. Y en medio de todo y de
nada, el Hierofante entona el Nombre que sana, aunque ese nombre permanece aún
en el misterio.
Ojalá
que las palabras de esta hierofante también nos sanen, "en el tiempo de la
esperanza, en que los montes de Venus serán canales de parto" de los niños
que nacerán sonriendo, y de las historias que rodarán por el horizonte.
Felicidades,
Raúl Aceves
27/septiembre/ 2013
Con
naturalidad Lucía nos pide que de ella sólo digamos lo siguiente: que es una mujer feliz, agradecida con la vida por lo que le ha
dado, apasionada lectora, aprendiz de escritora y firme creyente en la
humanidad.
Lucía Navarro |
Palabras de Lucía durante la presentación de Grimori Mundi
Esto que les voy a platicar confío que va a quedar aquí entre nosotros…, para ser franca, en el momento en que me solicitaron que hiciera la presentación de un libro, me sentí llena de emoción y orgullo, pero después entré en pánico por el compromiso que había adquirido. Tenía que hacer una lectura minuciosa, profunda y crítica; de esas que en ocasiones no nos dejan gozar, que nos convierten en jueces (en mi caso poco capacitada para ello) y nos obliga a emitir veredictos objetivos, sin dejarnos ser, simplemente, alegres sujetos lectores, (y como tales ser subjetivos, como diría el maestro Savater).
Ahora bien, el conocer a Yolanda, la autora, me auguraba un encuentro con la magia, con el glamour de la palabra, con ese maná que alimenta a los espíritus como el mío, ávidos de volar en las alas de la belleza y el amor.
Así que, ya con el libro en mis manos, fui a mi rincón favorito para darme a la ardua tarea. ¡Y cuál no sería mi júbilo! No tuve que analizar el libro, él empezó a revisar mi espíritu. Palabra a palabra se iba introduciendo en mi ser, me tomó de la mano, me llevó al infinito de sus páginas y no me permitió regresar de su viaje cósmico hasta haberme inoculado la magia.
Me llevó allá al confín del universo o aquí a lo más profundo de mi espíritu, para encontrar el principio de todos los tiempos, porque por la ruta de la alquimia escrita me llevó a buscar desde el inicio el lugar donde “se apacienta Dios” y con Él cada granito de su polvo, de su infinito polvo que formamos todos nosotros.
Aquí, en este caldero, todos y cada uno somos esa materia que late, que se derrama, que fecunda, en Grimori Mundi me encontré, hallé a todos los otros, nos hallamos, unimos nuestras aladas manos para reintegrarnos al Holo divino.
Así, con su hechicera palabra me condujo a entenderme como parte del cosmos. Cuando me dice que el tiempo derramó sus aires, sus aguas, su ternura y nos posó con suavidad. Así iba en mi interior sintiendo el fluir silábico, que me hacía contemplar con los ojos del alma los átomos que caen en la hierba para que nazca la flor. Para después explotar como bengala en el cielo derramando sus luces al leer:
Ahora bien, el conocer a Yolanda, la autora, me auguraba un encuentro con la magia, con el glamour de la palabra, con ese maná que alimenta a los espíritus como el mío, ávidos de volar en las alas de la belleza y el amor.
Así que, ya con el libro en mis manos, fui a mi rincón favorito para darme a la ardua tarea. ¡Y cuál no sería mi júbilo! No tuve que analizar el libro, él empezó a revisar mi espíritu. Palabra a palabra se iba introduciendo en mi ser, me tomó de la mano, me llevó al infinito de sus páginas y no me permitió regresar de su viaje cósmico hasta haberme inoculado la magia.
Me llevó allá al confín del universo o aquí a lo más profundo de mi espíritu, para encontrar el principio de todos los tiempos, porque por la ruta de la alquimia escrita me llevó a buscar desde el inicio el lugar donde “se apacienta Dios” y con Él cada granito de su polvo, de su infinito polvo que formamos todos nosotros.
Aquí, en este caldero, todos y cada uno somos esa materia que late, que se derrama, que fecunda, en Grimori Mundi me encontré, hallé a todos los otros, nos hallamos, unimos nuestras aladas manos para reintegrarnos al Holo divino.
Así, con su hechicera palabra me condujo a entenderme como parte del cosmos. Cuando me dice que el tiempo derramó sus aires, sus aguas, su ternura y nos posó con suavidad. Así iba en mi interior sintiendo el fluir silábico, que me hacía contemplar con los ojos del alma los átomos que caen en la hierba para que nazca la flor. Para después explotar como bengala en el cielo derramando sus luces al leer:
“Cuánto goza el Sol al desnudarse la Noche…”
Me hizo sentir la pasión que los hijos del cosmos sintieron y que los llevó hasta el exilio como una “Estrella abatida”.
No puedo dejar pasar este momento para compartirles este verso que muy particularmente me hizo y me hace reflexionar: “La tentación no debería ser intensamente resistida, sino intensamente comprendida…”
Sin utilizar versos ecoicos ni esdrújulos sino dejándolos correr para que surjan melodías libres, me encauzó por el devenir del hombre, entendido desde la filosofía como la construcción de su ser. Estos seres que somos, con nuestros errores y nuestros horrores. Con nuestra eterna búsqueda de ese algo,pero con los ojos siempre cerrados.
Otro verso que me impactó, y que me sigue cimbrando:
“Hoy he visto al rey de la creación:
junto a un montón de bolsas de basura
inclinado ante una pila de periódicos
amarrando con un lazo las noticias
de un mundo en el que participa como sombra…”
Sin embargo, este libro no sería realmente un grimorio si no nos diera la salida y los cantos de esperanza, cantos de fe en estos seres que somos, no sólo capaces de hacer la guerra, sino de llevar en nuestro interior suficiente luz, para alumbrarnos hasta abrir los ojos y poder ver lo cerca que está lo que tanto buscamos.
Grimori Mundi es un remanso, el oasis que podemos encontrar, las letras que nos pueden conducir a tener hermosos sueños cuando estemos dormidos o despiertos, creo que vale oro esta oportunidad que nos brinda Yolanda, los invito a leerla.
Aída
Monteón
Tapatía por antonomasia. Poeta y traductora enamorada de la
palabra. Promotora cultural, y editora, en respuesta a una necesidad íntima y
profunda de compartir el arte. Generosa homeópata como parte de su proyecto
vital.
Su obra Decantación, le
dio el gozo de un premio en España; Juegos
Tridimensionales recibió el apoyo del CECA. Y como amadora de
los libros decidió convertirse en editora con la antología de poesía erótica femenina De gotas y sortilegios.
Aparece en varias antologías que
recorren desde el 2002 el continente y el mundo con su palabra musical. Hoy,
ella sigue escribiendo cuentos y cantando su poesía con ese inconfundible tinte
sensual que la caracteriza tan bien.
Aída Monteón en la presentación del libro de Yolanda Ramírez Míchel, Grimori Mundi |
Quizá para muchos resulte extraña la palabra "grimori", hermoso neologismo creado por nuestra poeta para dar nombre a su libro. Grimori se deriva de grimorio, término extraño hoy en día, pero de alta recurrencia en la Edad Media, donde la magia y los encantamientos eran los principales actores del arte oscuro o negro, a cuyos adeptos o practicantes se les conocía, en el mejor de los casos como magos, en su connotación negativa como brujos. Hoy los llamamos chamanes. La palabra procede−según la Real Academia Española de la Lengua−del francés "grimoire" y éste es a su vez es una alteración de "grammaire", “gramática” según el Trésor de Langue Française. Lo que aquí nos incumbe es la versión, mucho más aceptada actualmente por los propios practicantes de magia, acerca de que la palabra «grimorio» proviene del italiano "rimario" que significa "composición de versos". Con el paso del tiempo la palabra habría cambiado a "grimario" y posteriormente a la palabra grimorio. Los magos medievales italianos sabían que la composición en versos favorecía a que las operaciones mágicas fueran más poderosas. Por esta razón, las llamaban "incantesimo" (encantación) porque para su desarrollo empleaban la poesía y el canto.
Me permití transcribir su significado porque quedé encantada, literalmente encantada, de saber que de ésta palabra procede el nombre del libro. Si bien, la palabra grimorio se refiere principalmente a los libros del conocimiento mágico, este libro −según la acepción italiana− es un rimario, una composición de versos que nos abre el mundo desconocido −interior y mágico− de Yolanda Ramírez.
Para entrar de lleno en materia, Grimori Mundi revela −como antaño lo hicieran los grandes grimorios: Claves de Salomón, El libro de San Cipriano, etc. − y abre espacios sagrados. Su autora, crea un nuevo mundo, reescribe señales y su infinita gama de variaciones significadas éstas, en los ritmos personales de la poeta –música del verso− direccionados a encontrar espirales de evolución en el lector o en el oyente. Sin embargo, sólo algunos poetas logran irradiar, −pulsando cada palabra sin posibilidad de error−con suficiente fuerza y trascendencia en el verso para establecer un diálogo o una mística que lo lleve a una especie de transformación. Poetas de ésa índole los ha habido, baste nombrar a San Juan de la Cruz, y aquí hemos desembocado en un callejón sin salida, porque el diálogo entre humanos es la cosa más común y ordinaria que a diario nos sucede, pero el diálogo entre poeta y lector puede llevar a un grado de comunicación que logra transformarnos.
¿Y de qué pueden hablar los poetas para sustraeros del tráfago cotidiano e interesarnos en su mundo? Los poetas pues hablan de su monólogo interno, de las imágenes enraizadas en la memoria, de la cosmovisión ligada al estado de inocencia original mediante la búsqueda del conocimiento o del amor.
Desde el primer verso, con voz omnipresente la poeta se abre interiormente ante el mundo, dispuesta −a partir de la propia creación− a emprender un viaje interminable −el viaje humano, el viaje del mundo− y nos lleva desde “los orígenes y el primer canto del cosmos” a ordenar el caos siempre presente en todo comienzo, antes de que se logren asentar las aguas. Pero este no es cualquier viaje, es una travesía bullente en el “útero del mundo”, he ahí el comienzo terrenal, marino “prodigio de lluvias siderales” y entonces como estallando, un verso luminoso: “los mundos nacen inflando su pecho con un suspiro”.
En esta travesía la voz de la poeta describe, y a la vez evoca, pasajes de los mundos simbólico, espiritual, −acaso onírico−, reflejados todos en los poemas que rememoran la creación de reinos primigeniosbajo la mirada acuciosa, resultado de la contemplación interior.
En la segunda parte del poema, el principio de dualidad toma forma en el cuerpo de los amantes. Hay regocijo en el reino del verso, “otro sol naciendo” refleja la pluralidad con que la poeta describe el recién creado mundo.
En el tercer momento, cada poema ofrece letras que "violentan la tierra", el mal, implícito en el bien, abandona sus larvas en el paraíso. “El árbol florido se ha roto” dice Yolanda. Versos oscuros que describen el propio mundo derrumbado. La unidad del texto se trastoca ante la separación verbal. Lírica emotiva que trasciendea la voz biográfica con una mística que la define humana.
En la cuarta parte del libro, la voz conjura como en el gran grimorio, “y todas las hadas se presentaron aquel amanecer” “para despertar al reino dormido” ,“y de repente callaron” , “mirando al niño sonriendo”. Este poema habla, no solo de la renovación de la materia (cuerpo del niño), sino que, una vez cumplido el ciclo nacimiento-muerte-nacimiento, nos remite a la transferencia del alma en un nuevo cuerpo, es decir: la resurrección.
En el tiempo de la esperanza −quinta parte del libro o colofón− la voz narradora sintetiza poéticamente con una magnífica metáfora el proceso de la creación del mundo, con todas sus implicaciones, según se da en el Génesis y en otros libros sagrados de la tradición hermética. La palabra es el recurso único dela poeta, es el fuego silencioso que la mueve a crear mundos, es ahí donde encuentra en la poesía su refugio a partir dela reflexión.
Pero Grimori Mundi es ante todo un recorrido por el jardín de la poesía (en el propio, recién creado jardín), airoso −después del obligado descenso−. Es la forja bellamente lograda a partir de una cuidadosa destilación −agua viva− según el término alquímico, detenida finalmente como todos los líquidos útiles en el arte de la transformación. Y como toda gran obra "solve et coagula".
Aída Monteón Septiembre 27 de 2013.
Me permití transcribir su significado porque quedé encantada, literalmente encantada, de saber que de ésta palabra procede el nombre del libro. Si bien, la palabra grimorio se refiere principalmente a los libros del conocimiento mágico, este libro −según la acepción italiana− es un rimario, una composición de versos que nos abre el mundo desconocido −interior y mágico− de Yolanda Ramírez.
Para entrar de lleno en materia, Grimori Mundi revela −como antaño lo hicieran los grandes grimorios: Claves de Salomón, El libro de San Cipriano, etc. − y abre espacios sagrados. Su autora, crea un nuevo mundo, reescribe señales y su infinita gama de variaciones significadas éstas, en los ritmos personales de la poeta –música del verso− direccionados a encontrar espirales de evolución en el lector o en el oyente. Sin embargo, sólo algunos poetas logran irradiar, −pulsando cada palabra sin posibilidad de error−con suficiente fuerza y trascendencia en el verso para establecer un diálogo o una mística que lo lleve a una especie de transformación. Poetas de ésa índole los ha habido, baste nombrar a San Juan de la Cruz, y aquí hemos desembocado en un callejón sin salida, porque el diálogo entre humanos es la cosa más común y ordinaria que a diario nos sucede, pero el diálogo entre poeta y lector puede llevar a un grado de comunicación que logra transformarnos.
¿Y de qué pueden hablar los poetas para sustraeros del tráfago cotidiano e interesarnos en su mundo? Los poetas pues hablan de su monólogo interno, de las imágenes enraizadas en la memoria, de la cosmovisión ligada al estado de inocencia original mediante la búsqueda del conocimiento o del amor.
Desde el primer verso, con voz omnipresente la poeta se abre interiormente ante el mundo, dispuesta −a partir de la propia creación− a emprender un viaje interminable −el viaje humano, el viaje del mundo− y nos lleva desde “los orígenes y el primer canto del cosmos” a ordenar el caos siempre presente en todo comienzo, antes de que se logren asentar las aguas. Pero este no es cualquier viaje, es una travesía bullente en el “útero del mundo”, he ahí el comienzo terrenal, marino “prodigio de lluvias siderales” y entonces como estallando, un verso luminoso: “los mundos nacen inflando su pecho con un suspiro”.
En esta travesía la voz de la poeta describe, y a la vez evoca, pasajes de los mundos simbólico, espiritual, −acaso onírico−, reflejados todos en los poemas que rememoran la creación de reinos primigeniosbajo la mirada acuciosa, resultado de la contemplación interior.
En la segunda parte del poema, el principio de dualidad toma forma en el cuerpo de los amantes. Hay regocijo en el reino del verso, “otro sol naciendo” refleja la pluralidad con que la poeta describe el recién creado mundo.
En el tercer momento, cada poema ofrece letras que "violentan la tierra", el mal, implícito en el bien, abandona sus larvas en el paraíso. “El árbol florido se ha roto” dice Yolanda. Versos oscuros que describen el propio mundo derrumbado. La unidad del texto se trastoca ante la separación verbal. Lírica emotiva que trasciendea la voz biográfica con una mística que la define humana.
En la cuarta parte del libro, la voz conjura como en el gran grimorio, “y todas las hadas se presentaron aquel amanecer” “para despertar al reino dormido” ,“y de repente callaron” , “mirando al niño sonriendo”. Este poema habla, no solo de la renovación de la materia (cuerpo del niño), sino que, una vez cumplido el ciclo nacimiento-muerte-nacimiento, nos remite a la transferencia del alma en un nuevo cuerpo, es decir: la resurrección.
En el tiempo de la esperanza −quinta parte del libro o colofón− la voz narradora sintetiza poéticamente con una magnífica metáfora el proceso de la creación del mundo, con todas sus implicaciones, según se da en el Génesis y en otros libros sagrados de la tradición hermética. La palabra es el recurso único dela poeta, es el fuego silencioso que la mueve a crear mundos, es ahí donde encuentra en la poesía su refugio a partir dela reflexión.
Pero Grimori Mundi es ante todo un recorrido por el jardín de la poesía (en el propio, recién creado jardín), airoso −después del obligado descenso−. Es la forja bellamente lograda a partir de una cuidadosa destilación −agua viva− según el término alquímico, detenida finalmente como todos los líquidos útiles en el arte de la transformación. Y como toda gran obra "solve et coagula".
Aída Monteón Septiembre 27 de 2013.
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