miércoles, 20 de noviembre de 2013

Cortar el cordón con la propia mano...


Desde unos meses acá que me entero de varios suicidios…, gente mayor, gente madura, gente joven que deciden irse. Pero hoy ha sido distinto,  hoy estuvo muy cerca… y cuando está muy cerca es como si la temible lanza que hemos visto surcar los cielos de repente cayera de lleno en nuestro pecho, (mi mejor amiga de la juventud se ha ido, fuimos juntas a los cursos para dar a luz sin anestesia, nos consolamos de las primeras decepciones amorosas, del divorcio, de las dificultades económicas, gozamos juntas los hijos, temimos juntas que crecieran y sufrieran… me mudé a Ajijic, nos ganó el estrés, la distancia, nuevas amistades, trabajos distintos,  y dejé de verla).

Me pregunto si de verdad no había ya nada qué hacer aquí, amiga... 

Yo creo, (y con ello no pretendo imponer a nadie mis creencias, sólo exponerlas a manera de diálogo) que todos venimos a la vida con alguna misión,  que habrá pruebas y distracciones, que habrá problemas, y que nos iremos cuando hayamos cumplido, o aprendido, o, si nos vamos sin haber realizado la "misión" o el "aprendizaje", será para volver y ahora sí, con algo de experiencia, pasar al siguiente grado (la reencarnación no es una creencia exclusiva del hinduismo, el cristianismo primitivo también lo contempló y fue tema de discusión de los primeros Padres de la Iglesia). Yo, personalmente, comulgo con la idea de que nuestra alma viene a este plano para vivir algo, el tan mencionado libre albedrío no es el de aquí sino
el de allá, el del momento en que esa alma que somos decidió venir y vivir esto o lo otro. Aquí nos queda seguir ese destino elegido libremente por nuestro ser interior. Son cosas que nos rebasan, pero uno trata de entender.
La cosa es que ante un suicidio, los que nos quedamos sufrimos un shock porque hasta entonces nos enteramos de que nuestro ser querido sufría mucho, tal vez sabíamos que sufría pero no cuánto, o qué tan débil estaba frente a su pena. Así que el corte del cordón umbilical con esta vida por la propia mano es huella de un gran dolor que no se asume, de un infierno que sólo puede cortarse así, de tajo, con un salto hacia el abismo.
Imaginamos que de haber hecho esto o aquello, él o ella aún estarían aquí, y nos culpamos porque no fuimos aquel día de visita, estábamos tan cerca... Pero no hay hubieras, sólo hay destinos por donde nuestras almas circulan sus pruebas, y quién sabe si allá, eso de la muerte, o el suicidio, no es sino un simple apagón del suitch, algo como un botón para terminar el juego y  comenzar de nuevo en ceros, y tratar otra vez de salir airosos,  al fin y al cabo la experiencia ayuda... Eso quiero creer. Por un accidente yo estuve muy cerca de la muerte, y vi la luz, aquella experiencia me dejó la certeza de que allá hay ciertamente algo y que ese algo es bello. Un Amor infinito que nos recibe con los brazos abiertos y nos sana de todas las heridas y nos aligera todos los pesos. (Los escépticos podrán argumentar lo que quieran, los que hemos vivido la experiencia sabemos que eso es Verdad).
Pero, mientras nos vamos a ese círculo de Amor divino, yo invito a las mujeres a mi alrededor a formar un círculo de Amor humano, un lugar seguro donde las que están padeciendo algún infierno sepan por qué seguir. Lo llaman círculo de mujeres.
Nuestra primera reunión será el sábado 14 de diciembre, por la tarde, aún no sé dónde, pueden proponer. Yo llevaré historias e imágenes que ayuden a sanar y unos brazo abiertos para recibir a todas con   Amor incondicional.
¡Va por ti, amiga! Y descansa en paz, como una niña en los brazos del Amor.

Entrada libre, pero avisen que van para saber más o menos dónde organizamos la reunión.

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