lunes, 9 de enero de 2012

Oniromancia

Hablar acerca de los sueños resulta siempre  inquietante, el tema activa las fibras de nuestro íntimo universo, representa un mundo de misterio e incalculable asombro. Ya lo dice Erich Fromm en su libro El lenguaje olvidado: “no soñamos nada que no sea una importante expresión de nuestra vida interior, y todos los sueños pueden ser entendidos siempre que tengamos la clave para ello”. 


A finales del siglo XIX  Freud investiga sobre la vida onírica y escribe  La interpretación de los sueños (1899); antes de Freud, el tema era una especie de frontera a donde muy pocos se aventuraban. Posteriormente, su alumno  Jung se compromete también y amplía la investigación del estado onírico. Así se inicia con una serie de propuestas teóricas que sientan las bases de los actuales conocimientos sobre la materia. Sin embargo, lo que pareciera un logro de la sociedad moderna, contemplado diacrónicamente, no es sino el ropaje flamante con el que se viste un  conocimiento  ancestral conservado y trasmitido por años, oculto unas veces, manifiesto otras. Las culturas arcaicas sentían un profundo respeto por el tema de los sueños;  prueba de ello son los sistemas de interpretación que desarrollaron a fin de conocer mejor  lo que consideraban fundamental: el interior del hombre.


En la antigua Sumer (2,500 a. C.) se desarrolló un método de interpretación de los sueños muy parecido a lo que los psicólogos de la actualidad manejan, y muy parecido a lo que Freud, Jung y Fromm exponen en sus obras. Hay noticias de esto gracias a la traducción de las tablillas de arcilla encontradas por los arqueólogos en las excavaciones de 1850 en la zona del actual Irak. En dichas tablillas se cuanta la historia de un rey, Gilgamés, que realiza un ritual antes de enfrentar una arriesgada aventura. El ritual consiste precisamente en dormir, sentado, abrazando sus rodillas, rodeado de un círculo de piedras blancas, en el interior del templo. Los sueños que se tenían en dichas condiciones eran interpretados por los sacerdotes quienes explicaban  al soñante, traduciendo el lenguaje simbólico del sueño,  qué podían esperar de la experiencia. Dicho sistema ha sido conocido como oniromancia, palabra que deriva de los términos oniro- sueño y mancia-adivinación, adivinación a través de los sueños. 

Los antiguos sumerios sabían muchos siglos antes que nosotros de la importancia de las nocturnas revelaciones del inconsciente. Para ellos los sueños señalaban al durmiente secretas advertencias, sabios consejos, terribles temores y oscuras represiones, asimilarlas como parte de la vida era trascendental; todo este mundo estaba contenido en el centro mismo del soñante, quien sabe sin saber y sólo puede escucharse a sí mismo en la íntima libertad de un sueño profundo.

3 comentarios:

  1. Quien no sueña no vive..
    Muchos de nuestros sueños no son placenteros....pero son mecanismos de nuestra inteligencia que nos alerta de nuestras preocupaciones....
    Algunos científicos han soñado sus "descubrimientos" que son útiles a la humanidad...
    Estar conscientes y soñar y además luchar por lograr nuestros sueños es lo más gratificante.

    ResponderEliminar
  2. Los sueños son el alimento del alma, la descarga y descanso de la mente, el tejido conectivo entre lo divino, lo terreno, lo humano y lo espiritual. La noche que no sueñas es porque el día no lo viviste a fondo.

    ResponderEliminar
  3. Y resulta que en el límite entre la vigilia y el sueño hay tantas revelaciones!!!

    ResponderEliminar

Enuma Elish presentación en Chapala