lunes, 23 de enero de 2012

Caperucita Roja, al desnudo...

Sólo atravesando ciertos límites pasa el individuo a una nueva zona de experiencia.
Joseph Campbell


Para comerte mejor…
¿Es Caperucita Roja una historia tan inocente como parece a primera vista?
Anterior a la versión que la mayoría conocemos (difundida por Perrault y los hermanos Grimm), el cuento de Caperucita Roja nació durante una época en la que no existía la literatura infantil como tal. Los niños y los adultos se reunían juntos en la plaza para escuchar a los contadores de historias. Entonces  había algunos cuentos cuya función era la de advertir no solamente a los niños, sino al público en general, sobre los peligros inherentes a la vida. Caperucita Roja trata del acoso de un lobo a una niña… Si nos detenemos en la literalidad, ésta es un argumento  sencillo, pero si ahondamos un poco y penetramos los símbolos es posible descubrir algo mucho más intenso:
Una niña va a visitar a su abuela enferma y en el camino por el bosque se encuentra un lobo que le cuestiona “¿Qué camino vas a tomar, el camino de las agujas, o el de los alfileres?” Para quienes han intentado fabricar un vestido saben que hay dos formas de hacerlo: podemos usar sólo alfileres y cocer, lo que implica que el trabajo nos llevará muy poco tiempo  (con el riesgo de que si no somos expertos es posible arruinar la labor), o podemos hilvanar minuciosamente la tela con una aguja para hacerlo como es debido. La niña ha sido aleccionada por su madre y sabe que no debe ir por el camino fácil, así que responde al lobo “por el de las agujas”. Pero el lobo es astuto y “experimentado”, puede ir por el camino de las agujas, llega primero a la casa de la abuela, y se la come. En algunas versiones infantiles se aplicó la censura y el lobo sólo esconde a la abuela en el armario, pero censurar es una forma de eliminar el símbolo: la abuela está ahí representando la sabiduría. El lobo debe comerse a la abuela para que la niña no tenga acceso a ella (a la sabiduría) y él pueda más fácilmente convencerla de sus propósitos...


¿No deberíamos preguntarnos en este momento por qué no se comió a la niña justo donde la encontró? ¿No resultaba más fácil y práctico para el lobo hacerlo así? Bien, si la intención del lobo sólo es comer a la niña, la respuesta a todas estas preguntas es sí, pero si la intención del lobo no es literal y debemos enfrentarnos de nuevo a los símbolos, ésta es la clave de lo que el cuento representó en sus orígenes: ¿En dónde se come el lobo a Caperucita y después de qué tipo de preguntas? El lugar que el lobo elige para “comer” a Caperucita es la cama, y las preguntas sobradamente sensuales. En una recopilación de cuentos franceses del siglo XVIII de Paul Delarue y Marie-Louise Teneze (París 1976) encontramos la siguiente versión: “Abuela, ¿por qué estás tan peluda? Para calentarme mejor, hijita. ¿Abuela, por qué tienes esos hombros tan grandes? Para poder cargar mejor la leña, hijita…” y así sucesivamente el “lobo” responde a la niña, justo como respondería un hombre a una mujer curiosa.


El cuento ha sido despojado de su intención original para adaptarlo con gran éxito al público infantil. Sin embargo, en el proceso evolutivo de la historia se han perdido valiosas pistas. El final de algunas versiones es más sanador que el de otras: el lobo se come a la niña, un cazador lo encuentra dormido cercas del río, le abre la panza y saca a Caperucita, a la manera de un parto por cesárea. Una experiencia así permite al individuo, que ha pasado por una de las muchas trampas de la lobísima vida, volver a nacer. El lobo se traga a la protagonista, como sucede en la realidad, pero la liberación última, a pesar del traumatismo brinda redención y esperanza, ¡y eso, es sanador!

1 comentario:

  1. Por eso me gusta ese final del renacer. Y es *re*-nacer, porque es una nueva vida, porque no vamos a ser los mismos después de haber pasado por un evento violento y traumático, pero tampoco es necesario que permanezcamos destrozados por siempre.

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