Después de
leer el clásico infantil La sirenita, del autor Hans Christian Andersen,
reflexioné sobre los cambios que Walt Disney hizo a la versión original del
cuento. Asombrada, encontré una curiosa relación entre la sirenita de Andersen
y las jóvenes anoréxicas de nuestro siglo. La protagonista de este cuento bien
podría ser hoy en día una de las esqueléticas damitas que desesperadamente, y a
costa de lo que sea, comercian con lo más valioso que poseen: su salud. Así
como la joven con piernas de pez entregó su voz a cambio de mutar la forma
original de su cuerpo, ellas pierden su vida en el altar de la moda.
Si
recurriéramos más a menudo a las versiones originales, los niños y jóvenes no
se verían privados de los mensajes que tales obras contienen. La heroína del
cuento de Andersen, mas no la de Walt Disney, no consigue el amor del
príncipe, él quiere a la sirenita como a una hermana, pero está enamorado de
una joven princesa. El final es totalmente distinto al que la mayoría de
nosotros conocemos gracias a la pantalla grande: la sirenita, al ver que no
podrá conseguir el amor del príncipe lamenta su destino recargada en la baranda
del barco donde se acaba de celebrar la boda de los jóvenes enamorados. Al
salir el primer rayo de sol ella morirá; como no posee un alma inmortal se
perderá en la nada. Entonces, sus hermanas aparecen y le entregan un cuchillo
con el que debe matar al príncipe para seguir viva. Sin embargo, la sirenita no
puede matar al hombre que ama y prefiere morir; esta buena acción la convierte
en una hija del aire que al paso de 300 años obtendrá, al fin, un alma
inmortal, fruto notablemente superior.
Esta versión tiene un contenido simbólico que nos lleva a reflexionar:
si la mujer sacrifica su salud para conseguir un fin estético, saldrá
perdiendo. El final de Walt Disney, a mi modo de ver, crea una imagen irreal y
fantástica que favorece el desarrollo de las falsas ilusiones en muchas niñas y
jóvenes. La sirenita cinematográfica rechaza su forma original, como las
jovencitas, y entrega a la bruja su voz (su fortaleza), esto hace que consiga
el amor. En cambio, para Andersen, es importante mostrar una heroína que, al
aceptar su fracaso, alcance un mayor nivel de conciencia… para la hermosa
pelirroja de caricatura, no existe experiencia enriquecedora.
El final para las sirenitas de
nuestro siglo es parecido al de la hija del mar de Andersen, y al igual que
ella, su salvación no se encuentra en alterar su imagen, sino en encontrar la
manera de aceptarse a sí mismas.
Sería
bueno leer nuevamente esas entrañables historias que ayudaron a otras
generaciones a superar muchos procesos de crecimiento, la pantalla grande tiene
una limitación, no puede contarlo todo, y nosotros debemos rescatar los tesoros
hundidos en el fondo del mar.
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