Bitácora del encuentro: La voz, como
raíz del alma…
Hay palabras que encienden como cerillos
la sangre…
YRM
El
primer día en el aula es definitivo; impartir la materia de literatura requiere
de algo más que un titulo. Los jóvenes reciben al maestro con la secreta
aprensión de que impondrá una serie de lecturas obligatorias y varios ensayos
explicando las obras, por eso han perfeccionado sus estrategias de sabotaje.
Entrar
al salón de clases con La Odisea en
los brazos ¡es como llevar un ser amado a un campo de batalla!
¿nos va a obligar a leer
“eso”?
¡A mí me choca leer, he!
¿Cuántos libros vamos a
leer?
Y
otras preguntas por el estilo que silban como balas cerca de nuestro amado
libro, (a quien protegemos con devoción entre los brazos).
No,
muchachos, no será obligatorio que lean, si no lo desean. A mí me apasionan los
libros, yo voy a leer en voz alta para ustedes. (Se muestran sorprendidos,
por supuesto, no esperaban esa respuesta, esperaban una lista de libros que
deben comprar…). Además, en sus orígenes,
las narraciones se contaban por medio de la voz o de las representaciones
pictóricas, aún nadie leía, ni siquiera se había inventado la escritura que
conocemos, sólo había imágenes sobre los muros de los palacios, en las vasijas,
en las cuevas… y la voz. Durante siglos, la enunciación de la palabra fue
determinante en la transmisión de las historias. (En este momento los ojos
de muchos alumnos me miran con sorpresa). Y
sin embargo, son las historias de estos tiempos las que engendraron lo que
ahora llamamos literatura, por eso,
me parece importante reproducir las condiciones
en las que se conocieron las primeras grandes obras: la oralidad. Será
como contarles cuentos, vamos a conocer relatos que nacieron cuando los hombres
eran libros vivientes, y su voz cantaba, para todos, los grandes hechos
heroicos.
Entonces, ¿no vamos a leer?
Sí, pero no en la forma que
creen. Durante la época en que vivió Cervantes, el autor del Ingenioso
Hidalgo Don Quijote de la Mancha, muy
pocas personas sabían leer, y sin embargo, casi todos conocían obras
importantes de la literatura,
¿Cómo?
Por las representaciones
teatrales. En la Inglaterra de Shakespeare las multitudes iletradas conocían de
memoria las tragedias y comedias que ahora leemos como grandes clásicos de la
literatura universal.
¿Y ahora cómo puedes conocer
las obras más importantes si no quieres leer?
Escuchando… y eso es lo que
ustedes harán: escucharán.
¿Sólo eso?
Sólo eso…
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